Éramos mar y no lo hemos visto. Y no un mar cualquiera, sino uno de tropical. Los ojos no nos sirven para entender una escala de tiempo difícil de imaginar. Pero de alguna manera intuimos que lo que nos rodea no siempre ha estado aquí, y que lo que somos tampoco es lo que éramos. La instalación de Eulàlia Rovira acerca el sótano de la catedral de Girona a las canteras del margen de la ciudad de donde se extrajo el material que conforma el propio edificio. Unas piedras hechas de restos de animales marinos extinguidos con los cuales dudas si aquello inerte es realmente tan inmóvil y tan faltado de vida como el lenguaje dice.
Eulàlia Rovira (Barcelona, 1985) es licenciada en Bellas Artes por la Universitat de Barcelona (2009) y ha cursado el master Art in Context en la Universität der Künste Berlin (2013). Recientemente ha recibido el Premio GAC 2020 a la artista de media carrera por la mejor exposición en galería. Ha participado en la exposición colectiva Apuntes para un incendio de los ojos (Museu d’Art Contemporani de Barcelona MACBA, 2021) y Cosas que las cosas dicen (Fabra i Coats: Centre d’Art Contemporani de Barcelona, 2020). Ha tenido exposiciones individuales en la galería ethall, l’Hospitalet (2020), Twin Gallery, Madrid (2020) y en la Capella de Sant Roc, Valls (2019). Des del 2013 colabora con el artista Adrian Schindler con quien ha expuesto recientemente en The Green Parrot, Barcelona (2022) el proyecto La plaga, el provecho becado con la Beca Premi Barcelona 2020 del ICUB.